La historia de la guerra de independencia encierra fecundas y útiles lecciones en sus sangrientas páginas. Ella nos enseña como el pueblo no vaciló en cambiar el bienestar material que disfrutaba por todas las calamidades de la guerra, con tal de ser dueño absoluto de sus destinos. Muéstranos cuantos sacrificios hizo en aras de su ideal, cuantas lágrimas vertió por alcanzarlo, cuantos y cuan grandes fueron sus esfuerzos por legarnos una patria independiente.
El alto y claro ejemplo de nuestros progenitores ha infundido incontrastable brío en el pueblo mexicano, y siempre que la independencia y las libertades públicas se han visto amenazadas de muerte, ha corrido a salvarlas o a perecer con ellas, inspirándose en el recuerdo de nuestros héroes y deseando imitar sus hechos inmortales. Pero las generaciones pasan, y se suceden unas a otras en la trabajosa marcha de la humanidad, y la que inmediata, pudo alcanzar a la que conquistó la autonomía nacional, y que siguió noblemente sus huellas ha desaparecido en el abismo insondable del tiempo.
¡Pueda el recuerdo de los mártires y de los héroes que redimieron a México a costa de su sangre, mantener enérgico y vivaz en la generación que se levanta, el sublime y fecundo amor a la independencia y a la libertad de la patria!
¡Crezca en la generosa juventud, esperanza de la República, el noble afán de defenderla, y de trabajar sin descanso por su prosperidad y grandeza!
¡Viva México!
