Por la ubicación de nuestro querido pueblo de Ario de Rosales, que es en sí una unidad espacial y ecogeográfica con carácter regional en una de las laderas de la sierra del coco, como se le llama a la cordillera que ocupa la parte oriente de Ario y que pertenece al eje neovolcanico, está integrada por una alta diversidad de patrimonios naturales y culturales, que reúnen condiciones especiales para analizar procesos ecológicos yhumanos de larga duración. Desde este enfoque muy poco ha sido estudiado, y puede decirse que hay importantes datos perdidos u olvidados que vale la pena analizar los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX y la condición que llegó a tener un lugar preponderante en la historia nacional.
Hay acontecimientos que escapan a la historia, y no son pocos, por el contrario, en cada pueblo hay una infinidad de ellos que no los registra la historia, aparecen en importancia hasta que hay otro acontecimiento que recupera lo perdido, y justo es decir, que con motivo del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, resulta ser que nuestro querido pueblo de Ario, tiene muchos acontecimientos que deberían estar considerados en la agenda de la historia de México, pero que por razones diversas no están, ahora es momento para rescatarlas, y me voy a referir al caso de las Haciendas en el siglo XVIII.
Recordemos que Don José María Morelos y Pavón había sido sacerdote en el pueblo de San Antonio, hoy Nuevo Urecho por dos meses, ello le permitió conocer las Haciendas mas prosperas de la región como era la de Araparicuaro y la de Santa Ifigenia, ambas pertenecían a la jurisdicción de Ario, hoy la segunda pertenece al municipio de Nuevo Urecho, con ello podemos decir que Morelos estuvo en varias ocasiones en este pueblo de Ario, lo conocía. Quizá por eso definió a este lugar como uno de los idóneos para instalar el Primer Tribunal de Justicia de la Nación, hay que recordar que ya antes el Congreso Constituyente había hecho un recorrido muy penoso por Ajuchitlán, Tlalchapa, Uruapan, y que justo se había instalado en las haciendas de Santa Efigenia y Tiripitío en el municipio de Huetamo, y desde luego había estado en Ario y Apatzingán, pueblos importantes con Uruapan de esta zona centro-sur del obispado de Valladolid, en cuyo trayecto los diputados —algunos de los anteriores y otros recién nombrados— fueron redactando los puntos de la Constitución. Ésta, con el nombre de Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana, fue sancionada en Apatzingán el 22 de octubre de 1814.
Hoy pasa por nuestra mente ¿en donde queda Santa Efigenia?, pues justo es decir a unos cuantos kilómetros al poniente de la comunidad de El Cangrejo, poco antes de llagar a La Huacana. En ese lugar se redactaron la mayor parte de los Artículos de la Constitución de Apatzingán, según el historiador Carlos Herrerón Peredo del Colegio de Michoacán, señala “justo es que esos pueblos a doscientos años de la independencia se les retribuya por lo menos parte de esa historia de olvido y se les ponga en el lugar que les corresponde” y me parece que tiene razón, tanto la comunidad de Santa Efigenia que debería considerarse como un lugar de interés histórico, también es necesario preguntarse porque ese lugar era importante en esa época, bueno la Hacienda fue instalada en las zonas con mayores recursos hidráulicos y con una infraestructura natural propia para la alta productividad, buena tierra y abundante agua, clima apropiado y la mano de obra barata, esas condiciones las tenía Santa Ifigenia, allí se producía caña de azúcar, por lo tanto piloncillo y aguardiente, añil, maíz, además un lugar propicio para la cría de ganado, quesos y pieles, además de ser un lugar prospero por las condiciones geográficas también era un lugar no muy lejano, pegado a uno de los centros arrieriles mas importantes del sur de Valladolid, pues se comenta que a Ario llegaban mas de 2 mil hatajos al año con productos diversos de la tierra caliente y muchos del norte del país, era un lugar de intercambio de mercancías por tanto de movimiento económico fuerte; los hatajos estaban integrados entre 50 y 60 bestias de carga, y recibían diferentes denominaciones, algunos eran Chinchorros integrado por burros, que eran los hatajos mas baratos, pero lentos; los de mulas eran rápidos de circuitos comerciales mayores, tenían su propio santo que era San Pedro. También había hatajos famosos como el del “Burro de Oro” de don Francisco de Velarde con mulas finas y bien portadas, en fin, los hatajos era un transporte organizado para recorrer grandes distancias, a Ario llegaban hatajos de México, Guadalajara, La Piedad, Cotija, León, de Acapulco y de Apatzingán.
Pero vale la pena preguntase ¿qué dio Santa Ifigenia a México?, pues nada mas que allí se discutió y redactó muchos de los 242 artículos de que consta la Constitución de Apatzingan, en donde están los Principios o Elementos Constitucionales (seis capítulos) mas esenciales de nuestra nación, los apartados están dedicados a la religión, la soberanía, la ley y los derechos y obligaciones de los ciudadanos; y Forma de Gobierno, estableciendo el Congreso, el Supremo Gobierno —formado por un triunvirato— y el Supremo Tribunal de Justicia, nada mas son en sí los contenidos superiores sobre los que nuestra patria se sustenta como Estado libre y soberano.
Estimado lector ¿haz visitado alguna vez Santa Efigenia? no se te olvide, es patrimonio histórico de nuestra nación.
Referencia Bibliográfica:
Sánches Diaz, Gerardo (1983) Mulas, hatajos y arrieros en el Michoacán del siglo XIX.
Herrerón Peredo, Carlos (1996): «Siervo de la nación», en Morelos. Ciudad de México: Clío, 1996.
foto: Noche en Nuevo Urecho.
Con mi agradecimiento para Juan Avila Osornioautor de este excelente e interesante artículo, quien nos comparte su interés por la historia nacional y los lugares de alto valor histórico cercanos a nuestro querido Ario de Rosales.
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Con el deseo de contribuir a la difusión de nuestro pueblo querido, que se encuentra en el precioso estado de Michoacán, abrimos este espacio de expresión para aquellos paisanos que viven en el añorado terruño y para quienes hemos tenido que dejarlo por diversas circunstancias de nuestras vidas, sean todos bienvenidos a este sitio en el que ofrecemos tolerancia y respeto a nuestros visitantes, esperando lo mismo de ellos.
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"Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos". Evangelio de San Lucas 6:31
El Supremo Tribunal de Justicia ocupaba una sencilla casa en esta población.
El Supremo Tribunal de Justicia.
En el periodo de lucha por la Independencia en 1815, se establece en Ario el Supremo Tribunal de Justicia, para nombrar los representantes de los tres poderes de la nación.
¡Gloria al insigne insurgente mexicano Morelos!; al Michoacano, quien sentó la base de la libertad y del honor de este pueblo.
El Supremo Tribunal de Justicia ocupaba una sencilla casa en esta población.
Ahí se ocupó encabezada por el primer Presidente de la Corte, Don Mariano Sánchez de Arriola; la Institución, y su primer recinto, de poca durabilidad, y cuya vigencia real, hasta podríamos decir que, estuvo en entredicho.
Todo pudieron borrar, menos la historia, porque ésta es la sucesión de los acontecimientos; es la vida plasmada en el ánimo y en el corazón de los pueblos.
Nada, ni nadie podrá olvidar los hechos que la historia creó y menos aún, cuando estos son la consecuencia del esfuerzo libertario de una nación.
En el periodo de lucha por la Independencia en 1815, se establece el Supremo Tribunal de Justicia, para nombrar los representantes de los tres poderes de la nación.
Consumada la Independencia, se promulgó en 1835 la Constitución del Estado de Michoacán, dividiéndose el territorio en cuatro departamentos, quedando integrado Ario en el Departamento Sur. En la segunda Ley Territorial del 10 de diciembre de 1831, se constituyó como municipio.
En 1853, la Legislatura del Estado, le da el nombre de Villa de Ario de Rosales, Se le otorgó el título de ciudad en 1956, durante el gobierno del Lic. David Franco Rodríguez.